viernes, 29 de febrero de 2008
Otras dos opciones esta semana...
Aunque creo que nadie está leyendo mi blog, a mí me sirve para ir haciendo un recuento de las vivencias en mi pasatiempo. Esta semana, la última de febrero 2008, fue caracterizada por probar dos puros nuevos en la colección. Como viene siendo costumbre, me llevé una decepción, y después una sorpresa - aunque tuvo visos de casi tragedia.
Empezaré reseñando el A. Turrent Gran Reserva, un Corona de 5.5 x 46 con cierto olor silvestre antes del corte y encendido, y sin nada de nada en cuanto a sabor. Mientras esperaba mis alimentos en una de las tantas plazas de la hermosa ciudad de Querétaro, decidí encender esta vitola que compré en la tienda "Te Amo Shop" en Monterrey, propiedad de una de las hijas del famoso tabacalero veracruzano Alejandro Turrent. Una vez más, me quedó claro que aunque en México se produce tabaco de excelente calidad, falta aún oficio para la elaboración de puros - renglón en el cual hemos sido rebasados por países relativamente nuevos en la confección de puros como Nicaragua y Honduras. Este Turrent resultó un poco caro para los 50 pesos que costó. Acudí a la tienda Te Amo para llevar a un amigo canadiense que dice estar enamorado de los puros de esta marca - pero allí supe que está enamorado de los puros con precio (y calidad) menor a los 2 dólares. Se cumple la máxima... "lo que pagas, recibes". Aunque pagué 50 pesos, su valor percibido en mi persona fue menor a 10 pesos. Ni modo...
Vamos ahora a la sorpresa. A mitad de semana, durante una preciosa noche en la capital queretana, saqué de la caja de viaje un impresionante Sol Cubano Artisan, fabricado en Nicaragua por Tabacalera Fernández. ¡Vaya monstruo! Midiendo un total de 7.2 pulgadas de largo, y con anilla máxima de 60, o sea casi una pulgada en su parte más protuberante, este puro de forma Salomones, tiene la particularidad de estar envuelto en 3 tipos de capa diferente, dándole un aspecto de viejo poste de peluquero: la capa principal es Connecticut, luego una secundaria de Habano 2000, para terminar con un pequeño listón de Maduro (ver foto).
Tiene su pie terminado en forma de "pezón", muy al estilo de la forma de puros llamada "perfecto", y con esas dimensiones se me hizo muy atractivo a la vista con el arreglo de los 3 tabacos en la capa. El corte no tuvo gran problema, pero el tiro se me hizo un poco apretado lo cual presagiaba dificultades una vez encendido dado el tamaño. Efectivamente, al encender fue difícil mantenerlo ardiendo durante la primera 1/2 hora, además de que se "corrió" aproximadamente una pulgada debido al mismo problema mencionado.
Una vez superada la primera cuarta parte del monstruo, y después de ayudarle a la capa con una re-encendida, comenzaron a aflorar interesantes sensaciones de este Sol Cubano Artisan que, dicho sea de paso, no es un puro barato: se vende en 20 dólares c/u. El primer sabor que atacó mi gusto fue de pasto fresco recién cortado, seguido por un leve indicio de anís. Hacia la mitad del puro, cuando los aceites de las hojas se combinaban con los humos de la combustión, aparecieron notas de cuero y algo de lejano chocolate, probablemente originado por la capa Habano 2000, la de color intermedio. El volumen de humo se volvió abundante e intenso en su aroma. Cuando se acercaba la experiencia a los 90 minutos de disfrute, aún le restaban unas 3 pulgadas a este puro, por lo que me dispuse a disciplinarme y dejarlo después de una agradable velada de degustación.
Confieso que me dió algo de miedo el inicio poco auspicioso de esta vitola, pero superó con creces sus principios. Aunque no es un puro que se consideraría esencial en la rotación, puedo disfrutarlo unas 2 veces máximo al año, en ocasiones donde sacarlo pueda avivar una conversación interesante alrededor de mi hobby.
Nos seguimos fumando...
martes, 12 de febrero de 2008
Uno bueno y otro...
miércoles, 6 de febrero de 2008
Mis 2 recientes puros
Toda una sorpresa resultó el Diplomáticos No. 3, originario de Cuba. Aunque relativamente nuevo (la caja está fechada ENE06) muestra un potencial de añejamiento que me hace agua la boca de anticipar qué podrá ser de este Petit Corona dentro de unos 4-5 años. El aroma antes de encender dejó sensaciones de pasto fresco, algo de cacao y nuez moscada. La capa estaba aceitosa y muy lisa. Su construcción, impecable; cortó bien, revelando el tabaco bien torcido para su preparación. Al encenderlo confirmé los aromas de pasto y un indicio de chocolate, en los labios la sensación fue de té negro endulzado. Lo que más sorprendió fue la potencia del puro; aproximadamente al tercio de comenzado reveló un poder que tenía mucho de no sentir, especialmente de un Habano tan joven como éste. Hubo un momento en que sentí que las piernas se aflojaban, así de potente... pero siempre delicioso. Muy recomendable fue esta experiencia con el Diplomáticos No. 3.
Nuevas experiencias al fumar... igual de neófito
Las marcas preferidas de esta época fueron nuevamente Macanudo, Hoyo (hondureño) y ocasionalmente Cruz Real, fabricado en México con tabaco de varios países. El tamaño que me gustaba más era el Churchill, pensando que era el que mayormente reflejaba la virilidad asociada con el gusto por los puros. ¡Cuán lejos estaba de saber que para fumarse un tío de estos necesitas no trabajar! Casi se toma 2 horas terminarse una bestia de este tamaño.
Tuve una variedad de viajes interesantes en los cuales pude fumar en los vestíbulos de hoteles. Imagínense, encender un gigantesco Doble Corona en el lobby del Omni en Dallas, TX; o bien, sacar un Cohiba Siglo II en el bar del Bostonian en Massachussetts. No hay duda, ¡eran otros tiempos!
Precisamente en Boston sucedió un detalle que me llevó a entender la fascinación de los norteamericanos con los Habanos.
Después de concluir un evento mundial de liderazgo que tuve a bien interpretar para América Latina vía satélite, celebrábamos en el bar y saqué de mi abrigo el Siglo II y lo encendí. Larry Young, ex golfista profesional de la PGA y ahora ejecutivo de medios, puso una cara de asombro diciendo, "¿es eso lo que creo que es?" Le contesté afirmando. "¿No te molesta si le doy una fumada?" Claro que lo dejé, pero cuando le dije que si quería uno... tenía otro en mi habitación, el hombre se quiso volver loco.
Al tiempo me escribió para decirme que no lo encendió hasta el nacimiento de su hijo, casi un año después, tiempo para el cual se había vuelto una tradición el que cada vez que yo viajara con esta empresa de telecomunicaciones con sede en Kentucky, los Habanos eran obligatorios.
Y la tradición perdura hasta el día de hoy...
Nos leemos en otra oportunidad.
Finales de 1996...
Hola, aficionados del mundo hispano
La relación de amor con los puros comenzó en mayo de 1996 en el hermoso puerto mexicano de Acapulco, a donde acudí en un viaje de negocios como traductor intérprete para la filial mexicana de una importante compañía de refrescos en el mundo. El director general de la empresa en México, un destacado y bien reconocido líder en el mundo de los negocios, ya fallecido, tenía la muy particular costumbre de fumar puros habanos durante las sesiones de trabajo que tuvimos en los dos días en el hotel Camino Real del centro turístico.
Vale la pena recordar que en aquellos tiempos aún no se desataba la cacería de brujas en contra de los fumadores de todo tipo y don Manuel podía regodearse en el delicioso aroma de su puro dentro de la sala misma donde celebrábamos nuestra junta. Quizás el momento cumbre de esa reunión fue durante la tarde cuando don Manuel comenzó a repartir puros a diestra y siniestra entre los asistentes al curso. Al llegarme el turno, me pregunto don Manuel "¿quieres uno, sabes fumar?" por supuesto que contesté afirmativamente.
Ahora sé que el puro en cuestión era uno de la marca Cohiba Esplendido en tubo de aluminio... muy delicioso y poderoso, aunque en ese entonces poco sabía de su impresionante cauda de seguidores.
Ese fue mi primer encuentro con el fascinante mundo de los puros. Algunos meses después, nuevamente en viaje de negocios ahora a Manzanillo, Colima, en el fastuoso Hotel Las Hadas. Una tarde, el cliente decidió darnos la tarde libre y antes de lanzarme a la playa, pasé por la tabaquería del hotel y pregunté por el costo de los puros Cohiba, recordando el obsequiado por Don Manuel en Acapulco. La señorita de la tabaquería me respondió, "Son ciento ochenta pesos (algunos 20 dólares), señor". Dándome aires de conocedor, le aclaré que no deseaba sino comprar un puro - no la caja. Ella me miró con ojos de "otro turista idiota que no sabe nada de Habanos..." y me contestó, "Señor... ése es el precio de UNO". Obvio, me conformé con uno de menos de 5 dólares. Esa fue mi primera compra de un puro.
Al cabo de las semanas, comencé a comprar uno que otro puro de los llamados "premium", principalmente Hoyo de Monterrey No. 1 (enorme de 7 x 54), y Macanudo Prince Phillip (otro Doble Corona de 7 x 49). Como se puede ver, mis primeros puros eran más bien de potencia mínima, aunque sabrosos.
Pronto, seguiremos con la historia...