miércoles, 6 de febrero de 2008

Hola, aficionados del mundo hispano

Antes que nada, soy su amigo Leopoldo "Polo" Leal, y aunque tengo la juventud acumulada de mis 52 años, mi afición a los buenos puros me lleva a desear compartir con ustedes las diferentes experiencias incluso dentro de las nuevas tecnologías, supuestamente juveniles, del Internet.

La relación de amor con los puros comenzó en mayo de 1996 en el hermoso puerto mexicano de Acapulco, a donde acudí en un viaje de negocios como traductor intérprete para la filial mexicana de una importante compañía de refrescos en el mundo. El director general de la empresa en México, un destacado y bien reconocido líder en el mundo de los negocios, ya fallecido, tenía la muy particular costumbre de fumar puros habanos durante las sesiones de trabajo que tuvimos en los dos días en el hotel Camino Real del centro turístico.

Vale la pena recordar que en aquellos tiempos aún no se desataba la cacería de brujas en contra de los fumadores de todo tipo y don Manuel podía regodearse en el delicioso aroma de su puro dentro de la sala misma donde celebrábamos nuestra junta. Quizás el momento cumbre de esa reunión fue durante la tarde cuando don Manuel comenzó a repartir puros a diestra y siniestra entre los asistentes al curso. Al llegarme el turno, me pregunto don Manuel "¿quieres uno, sabes fumar?" por supuesto que contesté afirmativamente.
Ahora sé que el puro en cuestión era uno de la marca Cohiba Esplendido en tubo de aluminio... muy delicioso y poderoso, aunque en ese entonces poco sabía de su impresionante cauda de seguidores.

Ese fue mi primer encuentro con el fascinante mundo de los puros. Algunos meses después, nuevamente en viaje de negocios ahora a Manzanillo, Colima, en el fastuoso Hotel Las Hadas. Una tarde, el cliente decidió darnos la tarde libre y antes de lanzarme a la playa, pasé por la tabaquería del hotel y pregunté por el costo de los puros Cohiba, recordando el obsequiado por Don Manuel en Acapulco. La señorita de la tabaquería me respondió, "Son ciento ochenta pesos (algunos 20 dólares), señor". Dándome aires de conocedor, le aclaré que no deseaba sino comprar un puro - no la caja. Ella me miró con ojos de "otro turista idiota que no sabe nada de Habanos..." y me contestó, "Señor... ése es el precio de UNO". Obvio, me conformé con uno de menos de 5 dólares. Esa fue mi primera compra de un puro.

Al cabo de las semanas, comencé a comprar uno que otro puro de los llamados "premium", principalmente Hoyo de Monterrey No. 1 (enorme de 7 x 54), y Macanudo Prince Phillip (otro Doble Corona de 7 x 49). Como se puede ver, mis primeros puros eran más bien de potencia mínima, aunque sabrosos.

Pronto, seguiremos con la historia...

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